LA SOBERANÍA DE DIOS SOBRE LAS PERSONAS

Así Está El Corazón Del Rey En La Mano De Jehová; A Todo Lo Que Quiere Lo Inclina. Proverbios 21:1

Filipenses 2:13 Porque Dios Es El Que En Vosotros Produce Así El Querer Como El Hacer Por Su Buena Voluntad.
Hebreos 4:13 Discierne Los Pensamientos..Y No Hay Cosa Creada Que No Sea Manifiesta En Su Presencia.
Nehemías Ora Y Dios Le Pone Gracia Ante El Rey (Nehemías 2:4-8)
Faraón y los Israelitas: Imagínese usted mismo en esta situación: Ha estado trabajando para alguien durante toda su vida, su jefe ha sido extremadamente cruel, el salario sólo le alcanza para sobrevivir, se siente pisoteado y oprimido, pues prácticamente, no es más que un esclavo. De repente, es eximido de esa insoportable situación, libre para empezar una nueva vida. Sólo hay un problema, y es que no tiene medios económicos, no puede hacer un viaje, sus recursos no le permiten empezar de nuevo en otra parte, beneficiarse de esta increíble oportunidad.
Entonces, Usted Se Dirige A Su Jefe Y Le Pide Dinero Para El Viaje Y Para Empezar De Nuevo.
Por Sorprendente Que Parezca, La Cantidad Que Le Entrega Es Tan Grande, Que Él Queda Pobre.
Esto parece un engaño, y suena como un relato infantil con un final feliz, de esos que nunca ocurren en la vida real. Sólo que éste sí sucedió; no exactamente con los detalles que he usado, pero sí en principio. Esta historia ocurrió en realidad y está registrada para nosotros en la Biblia, en el libro del Éxodo. Los israelitas eran el pueblo cruelmente oprimido, forzado a "hacer ladrillos sin paja". De repente Dios interviene en sus vidas, y el Faraón dice: "¡Salgan!" Pero ellos no tenían recursos para hacer el viaje y empezar de nuevo, ya que eran indigentes. Dios había previsto este problema, y tenía planeado superarlo; por lo tanto, le dijo a Moisés:
Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huésped alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto (Ex. 3:21-22).
Y lo que Dios prometió en realidad sucedió. Éxodo 12:35-36 dice:
E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.

DIOS IMPULSA AL PUEBLO

Los egipcios procedieron en forma totalmente opuesta al comportamiento humano normal. Voluntaria y libremente dieron cuanto pidieron, a los que hasta ahora habían sido sus esclavos; tanto, que dice que los israelitas "saquearon" a los egipcios. El significado usual de saquear es robar, coger o tomar por la fuerza. Aunque en realidad los egipcios se saquearon a sí mismos, lo hicieron porque Dios había dado gracia en sus corazones hacia los israelitas.
¿Cómo lo hizo Dios? No sabemos; sólo conocemos lo que el texto nos dice. Es obvio que los egipcios actuaron libre y voluntariamente; pero lo hicieron, pues el texto dice: "Dio gracia al pueblo (los israelitas) delante de los egipcios". De alguna forma misteriosa Dios se movió en sus corazones para que ellos, por libre elección, hicieran exactamente lo que El había planeado. Dios intervino soberanamente en los corazones, deseos y voluntades, para cumplir su propósito con los israelitas.
Todos encontramos que nosotros y nuestro futuro, están aparentemente en las manos de otras personas. Sus decisiones o acciones determinan si logramos una buena o mala calificación; si somos ascendidos o despedidos; si nuestras carreras tienen éxito o fracaso.
No estoy pasando por alto nuestra responsabilidad en estas circunstancias, pero todos sabemos que aun cuando, por decirlo así, hemos hecho lo mejor, todavía dependemos de la aprobación o rechazo de ese profesor, jefe u oficial. Desde un punto de vista humano, estamos frecuentemente en manos de otras personas y sus decisiones o acciones.
Algunas veces aquellas decisiones son benévolas y acertadas; otras son perjudiciales o descuidadas. Pero de cualquier forma nos afectan, y por lo general, de manera significativa.
¿Cómo debemos responder cuando nos encontramos aparentemente en manos de otra persona, o cuando necesitamos una decisión o acción favorable por parte de ella?¿Podemos confiar en que Dios tiene el poder para obrar en su corazón, y llevar a cabo su plan para con nosotros?
Imagínese que alguien puede hacernos daño, arruinar nuestra reputación o poner en peligro nuestra carrera. ¿Podemos confiar en que Dios interviene en el corazón de esa persona para que no lleve a cabo su malvada intención? De acuerdo con la Biblia, la respuesta en ambos casos es sí. Podemos confiar en El, quien interviene con soberanía en el corazón de las personas para que tomen decisiones y ejecuten acciones que cumplan su propósito en nuestras vidas. Dios lo hace de tal manera que ellas deciden y ejecutan los planes de El por su propia voluntad y elección.
Descubro que esa temeraria afirmación acerca de la soberanía de Dios me coloca en una trampa teológica. Muchas personas están preparadas para poner la soberanía de Dios por encima de circunstancias naturales e impersonales, como por ejemplo, una falla mecánica de un avión. Después de todo, la naturaleza no tiene voluntad propia, y Dios es libre de obrar a través de sus leyes físicas como El quiera. Pero negamos su soberanía sobre las determinaciones y acciones de las personas. Esta consideración acerca de la soberanía de Dios les parece a muchos que destruye la libre voluntad del hombre, convirtiéndolo apenas en un títere en el escenario de Dios.
Los cristianos han discutido y debatido este aspecto a través de las épocas. No me ilusiono pensando que voy a agregar un nuevo conocimiento o idea a este asunto, pero tampoco lo podemos ignorar. El tema acerca de la influencia controladora de otras personas sobre nuestras vidas, es muy interesante como para omitirlo en un libro que habla de la confianza en Dios. Si Dios no es soberano en las decisiones y acciones de otras personas cuando nos afectan, entonces, hay una mayor área de nuestras vidas donde no podemos confiar en El, como por ejemplo, cuando somos abandonados para valernos por nosotros mismos.
Por lo tanto, dejemos de lado por un momento el problema teológico, y examinemos las Escrituras. ¿Nos dan ellas alguna garantía para creer que en efecto Dios interviene soberanamente en la mente de las personas con el fin de que decidan o actúen en cierta forma, y así poder cumplir su plan trazado para con nosotros?¿Permite Dios que las personas tomen decisiones que nos favorecen y las frena para tomar aquellas que nos podrían hacer daño. Sí Ej.: Apocalipsis 17:17; 2 Tesalonicenses 2:11
Quizá la afirmación bíblica más clara de que Dios influye soberanamente en las decisiones del pueblo se encuentra en Proverbios 21:1 ..."Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina". Charles Bridges, en su exposición sobre Proverbios, establece "la verdad general [de la soberanía de Dios sobre los corazones de toda la gente] es enseñada por la más fuerte ilustración, -su incontrolable dominio sobre la más absoluta de las voluntades- el corazón del rey".
En nuestra época de escasas monarquías cuando los reyes y reinas son por lo general figuras decorativas, puede ser difícil para nosotros apreciar toda la fuerza de l a que Charles Bridges está hablando al decir que el corazón del rey era la más absoluta de todas las voluntades. Pero en la época de Salomón, el rey era el monarca absoluto, y no había un cuerpo legislativo aparte para hacer leyes que no le convinieran, o una Corte Suprema que lo restringiera. La palabra del rey era ley; su autoridad sobre su reino era incondicional y sin límites.
Dios aún controla el corazón del rey, y la voluntad terca del más poderoso monarca sobre la tierra es dirigida por El tan fácilmente como el granjero encauza la corriente del agua en sus canales de irrigación. El argumento entonces, es del mayor al menor; si Dios controla el corazón del rey también lo hace con el de cualquier otro. Todos nos debemos mover ante su influencia soberana.
Ya lo hemos visto demostrado en el proceder de los egipcios hacia los israelitas. También lo vemos en el relato de Ciro rey de Persia, cuando emitió un decreto para permitir que los judíos volvieran a Jerusalén a reconstruir el templo. Esdras 1:1 dice:
En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito.
El Texto Dice Claramente Que El Rey Ciro Emitió Un Decreto Porque Dios Movió Su Corazón.
Humanamente hablando, el destino del pueblo de Dios estaba en las manos del más poderoso monarca de esa época, pero en verdad estaba completamente en las manos de Dios, quien tenía el poder de controlar soberanamente las decisiones de aquel rey.
Dios, hablando a través del profeta Isaías, nos muestra claramente su obra en el corazón de Ciro: "Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste (Isaías 45:4-5). No es necesario que una persona reconozca el control soberano de Dios en su corazón o incluso que acepte su existencia, pues ni los egipcios ni Ciro pretendían obedecer la voluntad revelada de Dios. Ellos solamente obraron como su corazón les dictó, puesto que estaban dirigidos por Dios.
Al ver a Ciro, y la respuesta de los judíos a su decreto, observamos otro ejemplo del control de Dios en los corazones de la gente. Esdras 1:5 dice: "Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén". Ciro pudo emitir un decreto, pero todavía se necesitaba una respuesta de los judíos.
Algunos de ellos debían tomar la decisión de dejar las comodidades de sus alrededores ya que habían estado allí setenta años, casi dos generaciones, para emprender el arduo y peligroso viaje de regreso a Jerusalén, y comenzar la prolongada y difícil tarea de reconstruir el templo. ¿Cómo se aseguró Dios de que sucedería? El se movió en los corazones de algunas personas, a quienes años más tarde vemos regocijándose porque Dios. "había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios"... (Esdras 6:22). Este fue un monarca posterior al rey Darío.
Por lo tanto Dios movió el corazón de dos gobernantes, uno para iniciar el proyecto, y otro para continuarlo, a tiempo que dirigió los corazones de algunos de los judíos para que respondieran. Dios motiva a los individuos para que cumplan su propósito.
Otro ejemplo de la influencia de Dios en el corazón de las personas, lo vemos en el jefe de los eunucos cuando Daniel resolvió no contaminarse con la comida de la mesa del rey, alimento espiritualmente contaminado por haber sido ofrecido primero a los ídolos, y por ser de animales que los judíos no debían comer. Daniel entonces, pidió permiso al jefe para no contaminarse. La Escritura luego dice: "Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos"... (Daniel 1:9).
La petición de Daniel para el jefe era muy difícil, tanto, que la primera preocupación fue por su propia vida si aceptaba (v 10). Sin embargo, se la concedió, y lo hizo porque Dios primeramente había movido su corazón para mostrar aprecio y simpatía hacia Daniel, y porque su corazón en realidad estaba en manos de El quien lo dirigió según su voluntad.
Un ejemplo final de la Escritura será suficiente para mostrar que Dios controla soberanamente las vidas (le los cristianos y de los que no lo son. Pablo dijo de su colaborador Tito: "Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros. Pues el la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir la vosotros" (2 Corintios 8:16-17).
Pablo atribuye las acciones de Tito tanto a Dios, quien puso en su corazón interés por los corintios, como a él mismo quien también actuó con entusiasmo y por su propia iniciativa, libremente, pero bajo el misterioso y soberano impulso de Dios.

DIOS REFRENA A LAS PERSONAS

Hemos visto que Dios puede y se mueve en los corazones de la gente para que se muestre favorable hacia nosotros, cuando esto sirve para llevar a cabo sus propósitos. Pero hay otra importante dimensión de su soberanía en los corazones, y es que, cuando es necesario, les impide tomar decisiones y realizar acciones que los lastimarían. Un incidente en la vida de Abraham ilustra lo anterior.
Por temor a perder la vida, Abraham mintió acerca de su esposa Sara, diciendo que era hermana, y como resultado Abimelec se iba a casar con ella. Dios, sin embargo, lo impidió, y le dijo. "y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases" (Génesis 20:6). Dios no refrenó a Abimelec física o circunstancialmente, sino a través de su mente. Por alguna razón, que de seguro Abimelec no comprendió, no consumó una relación física con Sara. Dios intervino con soberanía y protegió la pureza moral y física de Sara, quien fue la madre del hijo prometido de Abraham.
Dios pudo haber intervenido circunstancialmente para preservar la pureza de ella, pero prefirió hacerlo en la mente de Abimelec de una forma que sólo Él conoce, y lo refrenó a través de su voluntad.
¿Sabía Abimelec que Dios lo estaba deteniendo? No, la Escritura sólo dice que él no se había llegado a ella (v 4). Él decidió por su propia voluntad no llegarse a Sara, pero su elección estaba bajo el control soberano de Dios. Éste hecho es aún más sorprendente si consideramos que por su incredulidad y pecado Abraham había puesto a Sara en esta difícil situación. Dios en realidad no excusó el pecado de Abraham, pero no por eso dejó de intervenir en la mente de Abimelec para evitar sus graves consecuencias.
En otra ocasión el nieto de Abraham, Jacob, partió con su familia de Siquem a Betel. Dos de los hijos de Jacob acababan de cometer un horrendo acto contra el pueblo, y se esperaba que buscaran venganza. Pero Génesis 35:5 dice: "Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob".
Terror o miedo es un estado de la mente con frecuencia inducido por algunas circunstancias externas. En este caso no parece haber alguna circunstancia externa que motivara semejante terror; pues la verdad era exactamente lo opuesto. Efectivamente en versículos anteriores a Génesis 35:5, Jacob había dicho: "teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa" (Génesis 34:30). No había razón para que los cananitas no arremetieran contra Jacob y su familia para vengar el crimen de los hijos de éste, excepto que Dios los detuviera mediante el temor que racionalmente no se podía explicar.
Tratando nuevamente acerca de los constructores de templos que vimos con anterioridad en el libro de Esdras, encontramos otro ejemplo de la mano restrictiva (le Dios. Antes de que el rey Darío emitiera su decreto ordenando que la reconstrucción del templo no se detuviera sino que por el contrario, fuera ayudada por el tributo (Esdras 6:6-10), el gobernador y otros oficiales habían cuestionado la autoridad de los judíos para reedificar el templo. Ellos pudieron haber suspendido la obra de la casa de Dios hasta recibir la orden del rey, pero no lo hicieron. ¿Por qué? La Escritura dice: "Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto" (Esdras 5:5).
Una de las más fuertes ilustraciones sobre la restricción de Dios a las personas, se da en Éxodo 34:23-24:
Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.
Dios mandó a todos los hombres a suspender sus actividades normales tres veces al año para que se presentaran ante Él. Para nosotros entender el significado de esta orden, tendríamos que verlo como si hoy en (lía nuestra nación interrumpiera simultáneamente el comercio, todas sus actividades educativas, y lo más crucial de todo, su personal militar, para reunir tres veces al año en una gigantesca asamblea a toda esa gente. Fácilmente podemos ver qué tan vulnerable e indefenso quedaría nuestro país ante poderes hostiles durante esos tres períodos del año.
Eso fue lo que Dios le ordenó hacer a Israel; pero junto con el mandato también le prometió que nadie codiciaría su tierra durante las épocas en que estuvieran totalmente indefensos, y no sólo ninguna otra nación los atacaría, sino que no desearían hacerlo. Codicia, que es el perverso deseo de poseer algo que le pertenece a otro, es una de las emociones más profundamente arraigadas en el corazón humano. El apóstol Pablo que como fariseo podía hablar de su perfecta observancia de la ley de Dios (Filipenses 3:6), finalmente es expuesto como un pecador por el mandamiento "no codiciarás" (ver Romanos 7:7-8); él se podía abstener de robar, pero no de codiciar.
Dios dijo que ninguna otra nación codiciaría la tierra de los israelitas, aun durante el tiempo en que estarían vulnerables e indefensos. Dios puede frenar no sólo las acciones de las personas sino también sus más profundos y arraigados deseos.
Ninguna parte del ser humano es impenetrable para el soberano, pero misterioso control de Dios.
He usado varias ilustraciones de las Escrituras para afirmar que Dios se mueve en el corazón de la gente, ya sea en forma positiva para hacer que cumplan su voluntad, o negativa para impedir que hagan lo que es contrario a ésta. Con mucha frecuencia, sin embargo, tendemos a leer estos relatos como simples historias bíblicas sin relacionarlos con nuestras vidas o situaciones. Pero, como ya hemos visto, Pablo dijo: "Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Romanos 15:4). Los relatos que nos muestran a Dios moviendo a los egipcios para proveer a los israelitas, y deteniendo las naciones vecinas para impedir que los invadieran, están escritos para enseñarnos y fortalecernos al saber que El ejerce su soberanía para nuestro bien.

¿PERMITE DIOS EL MAL?

Por supuesto, Dios no siempre detiene las acciones malvadas y peligrosas de otros hacia su pueblo. Podemos verlo en la narración de la reconstrucción del templo. Hubo un período de diez años aproximadamente, cuando el proyecto se detuvo debido a la oposición de los enemigos de los judíos (ver Esdras 4:6-24). No sabemos por qué Dios permitió a los enemigos de su pueblo tener éxito en una ocasión, y en otra los refrenó. Es suficiente saber que Dios puede detener los actos peligrosos de otros hacia nosotros cuando es su voluntad soberana. Dios, en su infinita sabiduría y amor, desea que al final el bien supere el mal.
El tradicional y tan frecuentemente citado relato de losé, ilustra muy bien esta verdad.
Cuando los hermanos de José decidieron venderlo como esclavo, Dios no los detuvo, y tampoco a la esposa de Potifar cuando lo acusó injusta y maliciosamente. Pero Dios en su tiempo cambió estas circunstancias, pues estaba dirigiendo los actos malvados de las personas exactamente como lo había planeado para lograr su propósito a través de José, quien al final pudo reflexionar sobre los difíciles eventos, y dijo a sus hermanos: "Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo" (Génesis 50:20).
Acerca Del Suceso De José, El Profesor Berkouwer Dijo:
Sus Hermanos Idearon Y Ejecutaron Los Planes, Movidos Por Los Celos.
Estos siguieron irrevocablemente su curso escogido. El malvado proyecto logró su realización histórica; pero los eventos históricos son producto de la voluntad divina. Las buenas intenciones de Dios siguieron el dañino camino de los hermanos o, por el contrario, los hermanos inconscientemente continuaron el camino que Dios había trazado; pues ellos trabajaban a su servicio. El propósito de Dios iluminó el horizonte del mal, los celos y la actividad malintencionada.
Comentando sobre los mismos eventos, Alexander Carson dice:
De la historia de José podemos ver que la misma circunstancia puede venir del hombre, desde un punto de vista, y de Dios, desde otro punto de vista; y que lo que el hombre puede hacer pecaminosamente para lastimar al pueblo de Dios, El puede obrar a través de ellos por el bien de sus hijos. La acción del hombre, aunque sea desde otro punto de vista, es el trabajo de Dios.
Según la Biblia, como veremos a continuación, algunas veces Dios obra en los corazones de algunos para actuar con necedad, "Mas Sehón rey de Hesbón no quiso que pasásemos por el territorio suyo; porque Jehová tu Dios había endurecido su espíritu, y obstinado su corazón para entregarlo en tu mano, como hasta hoy"
(Deuteronomio 2:30). Y de nuevo: "Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés" (Josué 11:20).
Reconozco que en estos dos pasajes hay algunos aspectos difíciles de comprender, pero mi propósito no es dar una explicación sino presentar una vez más la consistente enseñanza de la Biblia con relación a que Dios puede y mueve los corazones y mentes de las personas para cumplir sus propósitos. También es muy claro en estas citas, que Dios lo hace sin violar o restringir sus voluntades, y por el contrario, opera de forma misteriosa en ellas para lograr sus propósitos. No hay duda que Sehón y los reyes cananitas hicieron exactamente lo que las Escrituras dicen. Dios permitió que actuaran de acuerdo con su propósito.
El nunca pierde porque no puede encontrar quién lo ayude a realizar sus planes; y se mueve en los corazones de los individuos sean cristianos o no, para que actúen y por su propia voluntad lleven a cabo los planes de El. ¿Necesita el aprecio de algún profesor para conseguir una buena recomendación para trabajar? Si ese trabajo es el plan de Dios para usted, El puede y moverá el corazón de ese profesor para obtener el trabajo.
¿Depende de su jefe u oficial, para un ascenso? Dios se moverá en su corazón de una u otra forma, dependiendo del plan que El tenga para usted. "Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento, mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece" (Sal. 75:6-7). Que lo asciendan o no, está en manos de Dios, pues sus superiores son simplemente agentes para llevar a cabo el plan de El.
Ellos no son conscientes de estar cumpliendo su voluntad, y nunca pretenderían hacerlo (a menos que sean cristianos que sinceramente estén buscando cumplirla), pero eso no altera el resultado en su vida. Puede confiar en El en todas las áreas de su vida cuando dependa de la aprobación o desaprobación de otra persona, en cuyo corazón se moverá para cumplir su propósito en usted.

EL PROBLEMA DE LA SOBERANÍA DE DIOS

Anteriormente le pedí que dejara de lado el problema que surge por la afirmación de la soberanía de Dios sobre las personas, pero ahora lo analizaremos brevemente. Al hacerlo será de gran ayuda recordar que los escritores bíblicos nunca parecieron estar conscientes del problema, excepto por una afirmación de Pablo en Romanos 9:19-21, la cual parece crear más problemas para nosotros en lugar de resolverlos. Por lo tanto, aunque la Biblia afirma la soberanía de Dios, y la libertad y deber moral de las personas, nunca pretende explicar su relación.
AL EXAMINAR ESTE ASUNTO HAY TRES VERDADES QUE NECESITAMOS CONSIDERAR.
La primera es, que Dios es infinito tanto en sus métodos como en su ser. Una mente finita simplemente no puede comprender a un ser infinito más allá de lo que a propósito nos sea revelado. Debido a esto, algunos aspectos con relación a Dios permanecerán siempre como un misterio para nosotros. Uno de estos misterios es el vínculo de la voluntad soberana de Dios con la libertad y responsabilidad moral del hombre.
Basil Manly, uno de los padres fundadores de la Convención Bautista del Sur, cuando comentó sobre este difícil tema en uno de sus sermones, dijo: "Las Escrituras no se encargan de explicar los misterios sino que los dejan quietos. Hay una diferencia entre dificultades y misterios. Las dificultades se pueden superar, pero los misterios no, sin una nueva revelación o con la ayuda do un intelecto superior"
Creo que uno de nuestros problemas al tratar este tema es que pretendemos ver la interacción entre Dios y el hombre al mismo nivel de la interacción entre hombre y hombre.
En el Salmo 50:21 Dios dice: "pensabas que de cierto sería yo como tú". Aunque el contexto de estas palabras es completamente diferente a nuestro tema, la afirmación es útil.
Tendemos a creer que Dios es como nosotros, y que puede actuar en la mente humana sólo de la misma forma que ella lo pueda hacer. Argumentamos, persuadimos y coaccionamos, pero no podemos someter la voluntad de una persona. Las Escrituras enseñan que Dios sí lo hace de tal forma que ella actúa libre y voluntariamente. Además, la soberanía en el aspecto humano sugiere fuerza y coacción; personas obrando en contra de su voluntad como en la sujeción de los esclavos a sus amos, pero las Escrituras nunca nos muestran la soberanía de Dios de esta manera.
La segunda verdad que debemos recordar es que Dios nunca es autor de pecado. Aunque las pretensiones y acciones pecaminosas de las personas sirvan al propósito soberano de Dios, nunca debemos creer que El ha inducido a alguien a pecar. "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Santiago 1:13-14).
Con frecuencia se afirma en las Escrituras que Dios utiliza dichas acciones de los hombres para cumplir sus propósitos (Ver, por ejemplo, Génesis 50:20; Hechos 4:27-28; Apocalipsis 17:17). Pero el hecho de que las intenciones y acciones pecaminosas sirvan para la finalidad soberana de Dios, no quiere decir que El es el autor del pecado ni hace menos culpables a quienes lo cometen. Dios los juzga por todos los pecados que El usa para llevar a cabo sus propósitos. Esta verdad se enseña en pasajes como Isaías 10:5-16, el cual veremos en otro capítulo.
La tercera verdad para recordar, es que la Biblia muestra con frecuencia a las personas como las que eligen su propia voluntad. En la Escritura no hay ningún indicio de que ellas sean títeres tontos movidos por cuerdas divinas. Además, las elecciones que las personas hacen son morales; es decir, los individuos son responsables ante Dios por las decisiones que toman. Las acciones de Judas, Herodes y Pilato fueron malévolas aunque hayan sido ejecutadas bajo la indicación soberana de Dios. La venta de José como esclavo fue un acto malicioso y malvado de sus hermanos, aunque cumpliera el propósito soberano de Dios.
La Biblia nos enseña la soberanía de Dios y las libres elecciones morales de los hombres, con igual énfasis. Richard Fuller, el tercer presidente de la Convención Bautista del Sur, dijo: "Es imposible para nosotros rechazar estas grandes verdades como también es imposible para nuestras mentes concebirlas".
Pero así como no debemos malinterpretar la soberanía de Dios para convertirnos en simples títeres, tampoco debemos presionar la voluntad del hombre hasta el punto de pretender limitar la soberanía de Dios. El profesor Berkouwer nos ayuda de nuevo cuando dice:
El que abusa de esta libertad (de la criatura) hace injusta la Palabra de Dios, que ya en el paraíso coloca al hombre en un cruce de caminos brindándole la posibilidad de escoger qué senda tomar. Pero a la luz de la Escritura, es decisivo que la libertad humana no amenaza ni limita la soberana y poderosa empresa divina. Somos obligados a dirigirnos a la divina revelación que nos muestra la poderosa actividad de Dios, e igualmente, nos enseña la responsabilidad de cada ser. Y cualquiera que no tome esta ley divina y responsabilidad humana en serio, nunca podrá entender correctamente la historia.

NUESTRA RESPUESTA

¿Cómo podemos responder al hecho de que Dios puede y, en efecto se mueve en las mentes y corazones de las personas para ejercer su dominio? La primera respuesta debería ser la de la confianza. Nuestras carreras y destinos en general están en sus manos; no en las de los jefes, oficiales, profesores, entrenadores y todos los demás que, humanamente hablando, están en posición de afectar en alguna forma nuestro futuro.
Nadie, aparte de la soberana voluntad de Dios, le puede dañar o poner en peligro su porvenir. Además, El puede y desea que reciba el aprecio de las personas que están en posición de hacerle bien. Usted puede confiarle su futuro a El.
Por lo tanto, deberíamos buscar a Dios en oración en todas aquellas situaciones en que algún aspecto de nuestro futuro cae en manos de otra persona. Como Alexander Carson dijo: "Si necesitamos la protección de los hombres, pidámosela primero a Dios; si permanecemos con El, el poder del más poderoso y del más malvado debe servir para nuestro consuelo". Cuando la reina Ester debió presentarse ante el rey Jerjes sin haber sido llamada, acto que normalmente resultaría en su ejecución, ella le solicitó a Mardoqueo que reuniera a todos los judíos para ayunar y orar para que el rey le concediera su gracia. Ester no presumió conocer la voluntad de Dios, sino que dijo: "Si perezco, que perezca" (Ester 4:16), pero ella en realidad sí sabía que Dios estaba controlando el corazón del rey.
Obviamente, no siempre sabemos cómo va a responder Dios a nuestras oraciones, o si se moverá en el corazón de otra persona, pero es suficiente saber que nuestro destino está en sus manos y no en las de otras personas.
La confianza en la soberanía de Dios obrando en la vida de los otros también debería protegernos de resentimientos y amarguras cuando nos tratan injusta o maliciosamente. El rencor con frecuencia, nos detiene, no tanto de las acciones de los demás sino de sus efectos en nuestras vidas.
CONSIDERE LA SIGUIENTE ESCENA EN SU VIDA.
Usted acaba de ser injustamente despedido del trabajo por alguna razón que no tiene que ver con su desempeño. Después de un par de meses de búsqueda infructuosa se encuentra en la fila de los desempleados; r al hallarse en esta situación medita sobre la injusticia cometida contra usted por su jefe. Está resentido y amargado.
Ahora suponga que el día en que fue despedido injustamente, al salir se encontró con un hombre que esta buscando a alguien con su habilidad y experiencia, quien le ofrece un trabajo mejor y con el doble de salario. Pero surge un incidente adicional: Debe haber tenido la experiencia de ser despedido injustamente. Con gusto acepta el trabajo y lo disfruta mucho. ¿Se habría sentido amargado? No, seguro que pensaría algo así como, "me siento contento de que el señor Jones me haya despedido, pues si no lo hubiera hecho, nunca habría conseguido ate fabuloso trabajo". La consecuencia de ser despedido, y no el hecho en sí, es lo que determina que usted se llene de amargura.
Ahora, algunas veces Dios permite que nos traten con injusticia, e incluso, que las acciones de otros afecten seriamente nuestras carreras y futuro, esto desde un punto de vista humano. Pero Dios nunca deja que las personas tomen decisiones acerca de nosotros, que desvíen el plan que tiene trazado para cada uno. El es nuestro Dios, somos sus hijos, y El se goza en nosotros (Sofonías 3:17). La Escritura dice: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Podemos considerar esto como una verdad fundamental: Dios jamás permitirá ninguna acción en contra nuestra que no esté de acuerdo con su voluntad, la cual siempre es para bien.
Entonces, ¿por qué sufrimos tanta desilusión cuando no alcanzamos de otra persona la gracia esperada?¿Por qué luchamos con resentimiento y amargura, cuando la decisión o acción de otro nos afecta desfavorablemente?¿Acaso no es porque se frustran nuestros planes o nuestro orgullo ha sido herido?
Una vez asistí a un seminario sobre los cristianos y el stress, donde uno de los puntos principales del expositor fue que, si queríamos vivir una vida menos tensionada, deberíamos aprender a vivir con una sola agenda: La de Dios. El manifestaba que tendemos a vivir bajo dos planes: Los nuestros y los de Dios, y que la tensión entre ellos es lo que nos agobia.
Considero que su expresión, "una sola agenda", se aplica acertadamente a nuestra discusión de confiar en Dios en el terreno de las decisiones de otros en nuestras vidas.
Dios es soberano sobre las personas, moverá los corazones para que cumplan la voluntad de El o las detendrá de hacer cualquier cosa contraria a ella. Pero es su voluntad, según su agenda para nuestras vidas, que cuidará y protegerá por anticipado. Debemos aprender a vivir bajo su agenda si vamos a confiar en El.

PALABRAS DE PRECAUCIÓN

Antes de ver este tema, hay algunas advertencias que necesitamos tener en cuenta para que no empleemos erradamente la doctrina de la soberanía de Dios sobre las personas.
Primero: Nunca debemos usar la doctrina como excusa para nuestras fallas. Si no obtiene el ascenso que esperaba, o peor aún, es despedido de su trabajo o pierde un examen importante, primero necesita examinar su vida, para ver si la razón está en su desempeño.
Aunque Dios rescató a Abraham y a Sara de la insensatez del pecado de Abraham, no estaba obligado a hacerlo. Dios no ha prometido que obrará en los corazones de otras personas para encubrir nuestros errores.
Segundo: No debemos permitir que la doctrina de la soberanía de Dios nos haga responder con pasividad ante las acciones de otros que nos afectan. Debemos seguir todos los pasos aceptables dentro de la voluntad de Dios para proteger y avanzar en nuestra situación. Digo dentro de la voluntad de Dios, porque hay muchas otras razones para buscar su reino, por las cuales no deberíamos seguir estos pasos. Pero la doctrina de la soberanía de Dios, nunca se debe usar para promover la pasividad.
Tercero: Nunca debemos emplear la doctrina de la soberanía de Dios para excusar acciones o decisiones pecaminosas que hieran a los demás. No debemos decir: "Bien, cometí un error, pero está bien, porque Dios es soberano". Dios sí es soberano en la vida de la otra persona, y puede usar nuestras transgresiones para cumplir su voluntad, pero nos hará responsables por nuestras decisiones dañinas, y acciones pecaminosas.
Un pasaje de la Escritura que nos hará mantener la doctrina de la soberanía de Dios en su debida perspectiva, es Deuteronomio 29:29: "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley". No sabemos cuál es la voluntad soberana de Dios, cómo obrará en el corazón de otra persona, sea favorable o desfavorablemente desde nuestro punto de vista. Esto está en el reino de "las cosas secretas" que no nos son manifestadas. Sabemos que El obrará para cumplir su propósito que al final será para nuestro bien.

Nuestro deber entonces, es obedecer "las cosas reveladas", es decir, la voluntad de Dios en la Escritura para cada aspecto de la vida. La Biblia nos enseña a ser prudentes, conscientes, responsables, y a realizar nuestro trabajo y estudios lo mejor que podamos. Si encontramos que a pesar de nuestros mejores esfuerzos, un superior o profesor nos trata desfavorablemente, debemos confiar en Dios para el resultado final. Algunas veces El cambia la actitud de esa persona hacia nosotros; otras, puede hacer que se vuelva peor. En cualquiera de los casos, el corazón de la persona está en las manos de Dios, quien lo dirigirá de acuerdo con su propósito soberano para su gloria y nuestro bien.