Porque Tú Formaste Mis Entrañas; Tú Me Hiciste En El Vientre De Mi Madre. Mi Embrión Vieron Tus Ojos, Y En Tu Libro Estaban Escritas Todas Aquellas Cosas Que Fueron Luego Formadas, Sin Faltar Una De Ellas. Salmo 139:13,16
Todavía puedo recordar cuando
trataba de jugar béisbol en la escuela primaria. No podía ni batear ni agarrar
bien, porque no sabía precisar dónde estaba la bola o calcular qué tan rápido
venía. Hasta después de muchos años, supe que mi incapacidad para jugar béisbol
se debía a mi visión monocular, es decir, a la habilidad de centrar sólo un ojo
a la vez. La profunda percepción, que es lo normal en la mayoría de las
personas, se basa en la visión binocular, que es la habilidad de centrar los
dos ojos para producir un efecto estereoscópico tridimensional.
He tenido este problema toda mi
vida, o por lo menos, desde la infancia. Aún hoy, siento recelo cada vez que
voy a renovar la licencia de conducción, y me pregunto si el evaluador no la
renovará porque no puedo pasar la parte de percepción profunda del examen de
ojos.
No puedo jugar tenis, y no me
atrevería a pisar una cancha de raquetball por temor a ser golpeado en la cara
con la bola.
Pero cuando era joven no entendía
por qué no podía jugar béisbol con los otros chicos, y sólo sabía que
experimentaba pena y rechazo por no ser como ellos. Por supuesto, gran número
de personas sufren defectos físicos o mentales mucho peores que el mío; pero
sean mayores o menores, con frecuencia estos impedimentos causan aflicción y,
más adelante, dificultad de auto aceptación como adulto. Cuando nos
convertimos, podemos empezar a trabajar con Dios para superar los obstáculos y
limitaciones que tenemos.
Otras personas que no tienen
incapacidades luchan con problemas de apariencia física, sus orejas son muy
grandes, su nariz muy larga, o su cuerpo en alguna forma, no tiene las proporciones
normales. Incluso otras tienen dificultades con su temperamento o rasgos emocionales.
Algunos luchan con los irremediables factores medioambientales y hereditarios
sobre los cuales no tienen dominio.
CUALQUIERA QUE SEA LA DIFICULTAD,
MUCHAS PERSONAS LUCHAN PARA ACEPTARSE TAL COMO SON.
Para ellas, la vida es una
permanente adversidad, no por las situaciones externas, sino por lo que son. Su
mayor necesidad al confiar en Dios puede ser "confiar en Dios por quien
soy".
Para aquellos que tengan esta
necesidad, el Salmo 139:13-16 tiene algunas cosas muy importantes y útiles.
DIOS ME HIZO COMO SOY
El Salmo 139:13-16 nos enseña que
somos lo que somos, porque Dios mismo nos creó así, -no por un proceso
impersonal biológico. Observe en el versículo 13 que David le dice a Dios:
"Tú me hiciste en el vientre de mi madre". Muestra a Dios como un
maestro tejedor trabajando en el vientre de nuestra madre, creándonos tan
directamente como creó a Adán del polvo de la tierra.
Obviamente, David estaba
consciente del proceso biológico que Dios empleó para traerlo a este mundo, y
no lo rechazaba. Por el contrario, nos enseña que Dios controla ese proceso biológico
de tal forma, que está directamente involucrado en formar a cada uno de
nosotros como la persona que quiere que seamos.
La primera parte del versículo 13
dice: "Porque tú formaste mis entrañas". La palabra hebrea
"entrañas" significa literalmente los riñones, una palabra usada por
los judíos para simbolizar el lugar de las ansias y los deseos. La Biblia de
Estudio de la Nueva Versión Internacional dice que la palabra se empleaba en
hebreo para indicar el "centro de las emociones y la sensibilidad
moral".
Entonces, David, está diciendo
esencialmente: "Tú creaste mi personalidad". Dios no sólo formó el
cuerpo de David, sino que también definió su personalidad. El fue quien fue,
porque Dios lo creó de esta forma física, mental y emocional. Y así como estuvo
directamente involucrado en la creación de David, también lo estuvo en la
creación de usted y de mí. El reverendo James Hufstetler lo expresó muy bien
cuando dijo:
Usted es el resultado de la
atenta, cuidadosa, solícita, íntima, detallada y creativa obra de Dios. Su
personalidad, sexo, estatura y rasgos, son lo que son porque Dios los hizo
precisamente en esa forma. El lo hizo así porque así es que quiere que usted
sea. Si Dios hubiera querido que usted fuera básica y creativamente diferente
lo hubiera hecho distinto.
Sus genes, cromosomas y
características de criatura, incluso la forma de su nariz y sus orejas, son así
por el diseño de Dios.
El Salmo 139:13 no es el único
pasaje en la Biblia que habla de la creación directa de Dios en cada uno de
nosotros. Job dijo: "Tus manos me hicieron y me formaron.
Acuérdate que como a barro me
diste forma... ¿No me... Me vestiste de piel y carne y me tejiste con huesos y
nervios?" (Job 10:8-11). El escritor del Salmo 119 dijo: "Tus manos
me hicieron y me formaron" (v 73). Y Dios le dijo a Jeremías: "Antes
que te formase en el vientre te conocí" (Jeremías 1:5).
La aplicación de esta verdad
debería ser clara para nosotros. Si tengo dificultad en aceptarme como Dios me
hizo, entonces, tengo una controversia con El. Naturalmente, usted y yo
necesitamos cambiar en la medida que nuestra naturaleza pecaminosa ha distorsionado
lo que Dios ha hecho. Por lo tanto, no digo que tengamos que aceptarnos como
somos, sino como Dios nos hizo física, mental y emocionalmente.
David, en lugar de atormentarse
por la forma en que Dios lo hizo, dijo: "Te alabaré; porque formidables,
maravillosas son tus obras" (Salmos 139:14). David era un hombre: "hermoso
de ojos y de buen parecer". (1 Samuel 16:12). Entonces, podríamos decir:
"Está bien para David alabar a Dios porque era bien parecido, atlético,
diestro para la guerra, y un talentoso músico. Pero míreme a mí, soy muy común
física y mentalmente".
DE HECHO, ALGUNAS PERSONAS PIENSAN QUE NI SIQUIERA SE
PUEDEN CONSIDERAR COMO COMUNES.
Comprendo a quienes se sienten
así. Además de mi incapacidad para oír y ver, nunca he estado muy animado
acerca de mi apariencia física. Pero Dios no le dio a su propio Hijo rasgos
atractivos en su cuerpo humano. Isaías dijo de Jesús:..."no hay parecer en
él, ni hermosura; le veremos mas sin atractivo para que le deseemos"
(Isaías 53:2). El retrato del barbudo y apuesto Jesús que con frecuencia vemos
no tiene respaldo en la Escritura; Jesús, en el mejor de los casos,
evidentemente no fue descrito en su apariencia física, y eso nunca le molestó,
ni interfirió en ninguna forma para hacer la voluntad de su Padre.
David alababa a Dios, no porque
era apuesto, sino porque El lo hizo. Necesitamos hacer énfasis en ese
pensamiento. El Dios eterno que es infinito en su sabiduría y perfecto en su amor,
personalmente nos hizo a usted y a mí. Le dio el cuerpo, las habilidades
mentales y la personalidad básica que tiene porque así es como quería que usted
fuera. Y quería que sucediera exactamente así, porque lo ama y desea
glorificarse por medio de usted.
Este es el fundamento del
creyente para aceptarse a sí mismo. Usted y yo somos quienes somos porque Dios
soberana y directamente nos creó así. La auto aceptación es, esencialmente,
confiar en Dios por lo que soy, con las incapacidades, deficiencias físicas y demás.
Debemos aprender a pensar como George McDonald, quien dijo: "Prefiero ser lo
que Dios quiso hacerme, que la criatura más gloriosa que pueda imaginar; porque
por haber sido pensado, nacido en el pensamiento de Dios y luego hecho por El,
soy lo más hermoso, sobresaliente y valioso en todo el pensamiento".
Si tenemos impedimentos, defectos
físicos o incapacidades mentales, es porque Dios en su sabiduría y amor nos
creó de esa forma. Tal vez no comprendamos por qué Dios escogió hacerlo así,
pero allí es donde nuestra confianza en El debe empezar. En un capítulo anterior,
observamos que Dios se atribuye la responsabilidad por los defectos físicos. Le
dijo a Moisés: "¿Quién dio la boca al hombre? ¿Quién hizo al mudo y al
sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?" (Ex. 4:11).
En realidad esta verdad es
difícil de aceptar, especialmente si usted o algún ser querido tienen tal
inconveniente. Pero Jesús también reafirmó la mano de Dios en los impedimentos.
Cuando los discípulos le preguntaron por qué cierto hombre había nacido ciego,
El contestó: "para que las obras de Dios se manifiesten en él" (Juan
9:3). Piense en lo que Jesús dijo. Un hombre nació ciego y vivió así hasta ser
adulto, para que la obra -1-,
Dios se pudiera manifestar en su
vida. Eso parece injusto, ¿no es así? ¿Por qué ese hombre tenía que sufrir de
ceguera durante todos esos años, sólo para estar disponible y proclamar la obra
de Dios en un día determinado?¿La gloria de Dios merece que un hombre nazca ciego?
Cuando se formulan estas
preguntas acerca de un personaje de la Biblia que vivió hace 2.000 años parecen
torpes e irreverentes. Seguramente, todos estaríamos de acuerdo en que la
gloria de Dios es tan importante que amerita que un hombre nazca ciego.
Pero, ¿y qué de nuestras
inhabilidades o impedimentos físicos?¿La gloria de Dios también es merecedora de
éstos? ¿Estamos dispuestos a entregarle a Dios nuestras limitaciones físicas,
nuestras dificultades de aprendizaje e incluso las de apariencia?, y decir:
"Padre, tú eres digno de esta enfermedad en mi vida. Creo que me creaste
así porque me amas y quieres glorificarte a través de mí. Confiaré en ti por lo
que soy".
Este es el camino a la auto
aceptación, aprender a confiar en Dios por lo que soy. Sin embargo, al hacer
esto, permanentemente debemos creer que el Dios que nos creó como somos, es el
Dios que es suficientemente sabio para saber lo que es mejor para nosotros, y nos
ama tanto como para hacer que sus planes se cumplan. En realidad, algunas veces
lucharemos con nosotros mismos.
A diferencia de incidentes
específicos de adversidad, nuestros impedimentos y debilidades siempre están
con nosotros. Entonces, tenemos que aprender a confiar en Dios en esta área
continuamente, y por lo tanto, a decir como David:
"Porque tú formaste mis
entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre".
James Hufstetler de nuevo nos es
útil cuando dice: "En realidad usted nunca disfrutará de otras personas,
no tendrá emociones estables, nunca llevará una vida de alegría santa, jamás vencerá
los celos y amará a otros como es su deber, hasta que le agradezca a Dios por haberlo
hecho como es".
Así como agradecemos a Dios por
lo que somos, también debemos agradecerle por las habilidades y características
positivas que tenemos. Todas éstas sean físicas, mentales, de personalidad,
talentos, etc., nos las concedió Dios. Las palabras de Pablo a los Corintios se
adaptan a todos nosotros: "Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que
no hayas recibido?". (1 Corintios 4:7). Todos recibimos de Dios cada
habilidad, entrenamiento, riquezas, posición, rango o influencia para usarla
para su gloria. Ya sea una habilidad o un impedimento, aprendamos a recibirlo
de Dios, dándole gracias y tratando de usarlo para su gloria.
CONFIAR EN DIOS POR LO QUE SOY
Dios nos creó en el vientre de
nuestra madre exactamente como El quería que fuéramos, cumpliendo así su plan
para nosotros. El no actúa por capricho o impulso sino de acuerdo con su
propósito eterno, y tuvo una razón para crearnos a cada uno como lo hizo. El
Salmo 139:16 se debe tomar junto con los versículos 13-15: "Y en tu libro
estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas".
Existen dos posibles significados
para este versículo. El primero es el período de vida de David, por ejemplo: el
número de días que viviría, fue divinamente ordenado por Dios, en realidad,
esta es una verdad anunciada en otras partes en la Escritura, pues él dijo en
el Salmo 31:15: "En tu mano están mis tiempos". Job dijo:
"Ciertamente sus días (del hombre) están determinados, y el número de sus
meses está cerca de ti; le pusiste límites, de los cuales no pasará" (Job
14:5).
Y Pablo dijo: "Y de una
sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, y les ha prefijado el orden de
los tiempos, y los límites de su habitación" (Hechos 17:26). Dios no sólo
nos creó como quería que fuéramos, sino que también determina soberanamente
cuánto tiempo viviremos. Esta es una verdad maravillosa. Igual que los de
David, nuestros tiempos están en sus manos. Como dice un himno: "Hasta que
El lo ordene, yo no puedo morir".
Pero es probable que David en
este pasaje tuviera en mente el otro significado. Es decir, que todas las
experiencias de su vida, día a día, fueron escritas en el libro de Dios aun
antes de que naciera. Esto no sólo se refiere al conocimiento previo de Dios de
lo que sucedería en nuestras vidas, sino a su plan para ellas. Este sentido
encaja mejor con la idea de los versículos 13-15. Dios nos oreó a cada uno
singularmente para cumplir el plan para el cual El nos destinó. Todas nuestras
incapacidades, y habilidades, encajan en este plan. ¿Lo creó con un impedimento
de habla incurable? Lo hizo así porque ese obstáculo particular encaja en la
vida que El ha planeado para usted. El propósito de Dios para su vida, y su
creación fueron consistentes. El lo equipó para cumplir su propósito para
usted.
Alguien dijo acertadamente, que
una de las más alentadoras verdades es que Dios tiene un plan especial para
cada uno de nosotros al enviarnos a este mundo. Este propósito abarca no sólo
la creación original de cada uno, sino también el ambiente familiar y social en
el que nacimos. Incluye también, todas las dificultades de la vida, todos los
acontecimientos aparentemente del azar o la casualidad, y todos los cambios
repentinos o inesperados de los sucesos, tanto "buenos" como
"malos" que ocurren en nuestras vidas.
Todas estas situaciones y
circunstancias, aunque nos parezcan fortuitas, fueron escritas en el libro de Dios
antes de que sucedieran.
Sin embargo, el plan de Dios
abarca más que simplemente los eventos o circunstancias que nos ocurren.
También comprende lo que El quiere que seamos y hagamos. Las Escrituras revelan
que Dios coloca a cada creyente en el Cuerpo de Cristo como El quiere.
El soberanamente determina
nuestras respectivas funciones en el Cuerpo y nos da los dones espirituales
correspondientes que nos ayudan a realizarlas (Romanos 12:4-6; 1 Corintios 12:7-11).
Además, nuestros dones espirituales generalmente son coherentes con las habilidades
físicas y mentales, lo mismo que con el temperamento con el cual Dios nos creó.
Dios no nos mira el día que
aceptamos a Cristo y dice: "Veamos, ¿qué dones espirituales le
daremos?" No, El ha planeado nuestros días incluso antes de que lleguen a
ser. El dijo a Jeremías: "Antes que te formase en el vientre te
conocí,...te di por profeta a las naciones" (Jeremías 1:5). Y Pablo habla
de su llamado apostólico de esta manera: "Pero cuando agradó a Dios, que
me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia" (Gálatas
1:15).
Los versículos 13 a 16 del Salmo
139 se deben tomar como una unidad. Dios creó nuestro ser y nos formó en el
vientre de nuestra madre para que pudiéramos estar equipados para cumplir el
plan que El estableció para nosotros aun antes de que naciéramos. ¿Quién es usted?
No es un accidente biológico. ¿Qué es usted? No es un accidente circunstancial;
Dios lo planeó.
Así como debemos confiar en Dios
por quienes somos, también debemos hacerlo por lo que somos, ya sea ingenieros,
misioneros, constructores o enfermeros. Si hay un área de la vida en la que se
aplica el dicho "la hierba siempre es más verde en el patio del
vecino", es en la del llamado vocacional y una posición en la vida.
Alguien ha estimado que casi el ochenta por ciento de la fuerza de trabajo está
inconforme con la labor que realiza. Para muchos de nosotros se debe al rechazo
a ser lo que Dios planeó que fuéramos.
Aunque yo estudié ingeniería en
la universidad, pronto abandoné esa carrera porque pensé que Dios quería que
fuera misionero en el extranjero, pero nunca lo permitió, y en lugar de eso, me
convertí en administrador de una organización misionera. Al principio, pensé en
la administración como un intervalo hacia el campo misionero, pero un día tuve que
enfrentar el Fecho de que Dios me había dado la capacidad y el temperamento
para ejercerla y que seguramente eso era lo que me había llamado a hacer. De
nuevo me sentí como i n administrador renuente a la administración, uno que
preferiría estar en el llamado "ministerio".
Pero me di cuenta de que tener
esos pensamientos, era rehusarme i aceptar el plan de Dios para mí, y tuve que
admitir que El me creó en cierta forma, para cumplir el plan que había
destinado antes de que yo naciera.
Dios me llamó para ser
administrador en las misiones en lugar de ser misionero. Muchas personas no son
ninguna de las dos cosas. Dios es el Dios de la sociedad y de la Iglesia, y El
determina el curso de nuestras vidas tanto en la una como en la otra. El señaló
los días para los plomeros tanto como para los pastores.
Estos pensamientos deberían dar
sentido a muchas de las vocaciones rutinarias, ya que ninguna de ellas debería
ser considerada como tal si Dios la ha señalado para nosotros. J. R. Miller lo
expresó así: "El asunto de lo pequeño o lo grande no cabe aquí. Haber sido
ideado y luego hecho por las manos de Dios para ocupar algún lugar, es
suficiente gloria para la vida más magnífica y destacada. Y el lugar más
destacado que una persona pueda alcanzar en la vida es aquel para el cual fue
diseñada".
Esto no es para negar que el
trabajo, junto con todos los otros aspectos de la creación, están bajo la maldición
del pecado. Las palabras de Dios a Adán: "Con el sudor de tu rostro
comerás el pan". (Génesis 3:19), se deben tomar en su sentido más amplio
para indicar la laboriosidad y frecuente ineficacia que acompaña cualquier
trabajo. Convertirnos no quita esa maldición de nuestros respectivos trabajos,
pero sí nos debería dar una perspectiva nueva de ellos. Debemos empezar a
verlos no como un mal necesario, a través del cual comemos el pan diario, sino
como el sitio en el cual Dios nos ha colocado para servirle a través de la
sociedad.
Pablo escribió a los esclavos de
la iglesia de Colosas: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como
para el Señor y no para los hombres" (Col. 3:23). Indudablemente a muchos de
esos esclavos creyentes les fueron asignadas tareas molestas y aburridoras.
Algunos, probablemente, tenían trabajos muy inferiores a sus habilidades o
entrenamiento, pero trabajaban con entusiasmo porque lo hacían para el Señor.
Estaban ejecutando las tareas que habían sido asignadas para ellos antes de que
nacieran.
El hecho de que Dios fijara
nuestros tiempos, también debería dar significado a todos los días, no sólo a
los especiales o impresionantes de nuestra existencia. Cada día es importante para
nosotros porque es ordenado por Dios. Si estamos aburridos con la vida, algo
está mal con nuestro concepto de Dios y su dominio en nuestra vida diaria.
Incluso el día más aburridor y tedioso es ordenado por Dios, y debemos usarlo
para glorificarle.
Ser conscientes de que Dios ha
programado nuestros días no nos debe llevar a una aceptación fatalista del
nivel de vida. Si tenemos oportunidad de mejorar nuestra situación en una forma
que honre al Señor, lo debemos hacer. Incluso a los esclavos Pablo les escribió:
Si puedes hacerte libre,
procúralo más" (1 Corintios 7:21). Pero justo antes de escribir esa
afirmación: "¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado". Debe
existir en nuestras vidas un balance entre los esfuerzos piadosos para mejorar
nuestra situación y la aceptación piadosa de aquellas situaciones que no
podemos cambiar.
Para la mayoría de nosotros, hay
muchos detalles aparentemente adversos en nuestras vidas, que no serán
cambiados a pesar de nuestros esfuerzos y oraciones, pues simplemente son parte
del plan de Dios para nosotros. En estas ocasiones, necesitamos tomar ánimo de las
palabras de Dios a los judíos cautivos en Babilonia, cuando dijo en Jeremías
29:11:
Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis.
Aunque estas palabras fueron
dadas por Dios a un grupo específico de personas, los cautivos, revelaban el
corazón de Dios para todos sus hijos. Así como planeó sólo lo bueno para los
cautivos, también planea sólo lo bueno para usted y para mí. El plan que Dios ordenó
para usted, y escribió en su libro aun antes de que naciera es agradable.
Es para beneficiarlo y no para
dañarlo. Fácilmente me doy cuenta de que hay muchos aspectos de su voluntad
para todos nosotros que parecen ser dañinos, y calculados para quitarnos la esperanza.
Pero aquí, de nuevo, somos llamados a caminar por fe, a confiar en Dios frente
a estas adversidades que no acabarán.
CONFIANDO EN LA GUÍA DE DIOS
Ser conscientes de que Dios ha
destinado nuestros días, nos lleva lógicamente a decir:
"¿Puedo confiar en Dios para
que me guíe en ese plan? ¿Qué sucederá si me equivoco y pierdo el camino? Al
responder esas preguntas, encuentro útil distinguir entre la guía de Dios y lo
que ha llegado a llamarse "encontrar la voluntad de Dios".
David dijo de Dios: "Junto a
aguas de reposo me pastoreará. Me guiará por sendas de justicia por amor de su
nombre" (Sal. 23:2-3, énfasis del autor). El cuadro es de un pastor guiando
a sus ovejas. La iniciativa es del pastor. El es quien señala los lugares de
agua de reposo y guía al rebaño como cree que es mejor. Como nuestro pastor,
Dios se ha comprometido a guiarnos en los caminos que El sabe que son los
mejores para nosotros.
Guía nuestras vidas
soberanamente, para que vivamos en las experiencias diarias todos los días
destinados para nosotros.
El tema de descubrir la voluntad
de Dios de una forma particular (o como algunos prefieren plantearla, tomando
decisiones sabias) es diferente, aunque tenga alguna relación, generalmente se
refiere a una encrucijada. Sobre este tema se ha escrito mucho y hay opiniones
variadas. Aquí no pretendemos entrar en esa discusión.
Lo que quiero es dirigir nuestra
atención hacia la iniciativa de Dios y su fidelidad al dirigirnos, para que
logremos realizar el plan que El ha ordenado para nosotros. Pensamos mucho en
nuestra responsabilidad para descubrir la voluntad de Dios en una eventualidad
o para tomar determinaciones acertadas en las circunstancias que se nos
presentan en la vida; pero el énfasis bíblico parece ser que Dios nos guía.
Considere el libro de los Hechos,
donde la única referencia a los discípulos tratando de conocer la voluntad de
Dios sucede en la escogencia de Matías para reemplazar a Judas.
Desde ese punto en adelante es un
relato de Dios guiando a su pueblo. En Hechos 16, por ejemplo, Pablo y sus
compañeros estaban avanzando en su viaje misionero en una sucesión normal. Sin
embargo, fueron detenidos dos veces por el Espíritu Santo, y luego, como consecuencia
de la visión de Pablo, dedujeron que Dios los estaba llamando a Macedonia.
Al ir avanzando, el Espíritu los
guiaba, deteniéndolos en dos lugares y llevándolos a otro.
El relato no nos cuenta cómo los
guiaba, simplemente dice que lo hacía. Dios tenía un propósito para Pablo y su
equipo que era más específico que el de la Gran Comisión de hacer discípulos de
todas las naciones. Las provincias de Asia y Bitinia a las que Dios evitó que
entraran estaban tan necesitadas como Macedonia. Pero el plan de Dios era que
Pablo llevara el evangelio a Macedonia y después a toda la península griega.
Dios no permitió que él buscara su voluntad. Por el contrario, a medida que
avanzaba, El tomaba la iniciativa de guiarlo.
Dios tiene un plan para cada uno
de nosotros. El nos ha concedido diferentes dones, habilidades y temperamentos,
y nos ha puesto a cada uno de nosotros en el Cuerpo de Cristo según su
voluntad. Ponernos en el Cuerpo, obviamente indica mucho más que dejarnos la
elección a nosotros. Significa ponernos efectivamente allí. Incluye todas las circunstancias
providenciales que se nos aplican para asegurar que encontremos nuestro lugar
correcto, y cumplir las funciones que nos ha dado para que realicemos.
Tenemos la responsabilidad de
tomar decisiones sabias o descubrir la voluntad de Dios, cualquiera que sea el
término que usemos. Pero el plan de Dios para nosotros no depende de nuestras
decisiones, pues éste es soberano, y como tal incluye tanto nuestras decisiones
necias como las sabias.
Para la mayoría de nosotros,
muchas de las decisiones cruciales son tomadas antes de que tengamos suficiente
sabiduría espiritual para que sean sabias. Cuando estudiaba en la universidad,
me entrevistaron y me ofrecieron un trabajo que se haría efectivo al terminar
el servicio militar. En esa época no sabía nada acerca de la voluntad de Dios o
de tomar decisiones espirituales sabias. Sin embargo, por alguna razón, no
acepté el trabajo. Mirando atrás, ahora puedo ver que Dios me estaba guiando,
manteniéndome disponible para su posterior llamado al ministerio de Los
Navegantes.
Los medios de Dios para guiarnos
son ilimitados. Al mirar a mis treinta y nueve años de vida cristiana, me
sorprendo de las abundantes y variadas formas por las cuales Dios me ha orientado.
Me inclino a decir con David: "¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus
pensamientos!
¡Cuán grande es la suma de
ellos!" (Sal. 139:17). Dios obra guiando todos los detalles de mi vida.
Como muchos cristianos, he
luchado con la elección correcta en algunas "encrucijadas" con las
que nos enfrentamos de vez en cuando. Si he tomado algunas decisiones incorrectas,
no sé, pero Dios en su soberanía me ha dirigido fielmente en sus caminos a través
de las correctas y las incorrectas. Estoy donde estoy hoy, no porque siempre
haya tomado determinaciones sabias o descubierto acertadamente la voluntad de
Dios en circunstancias particulares, sino porque El fielmente me ha dirigido y
guiado a lo largo del camino de su voluntad para mí.
La dirección de Dios casi siempre
va paso a paso; El no nos muestra el plan de nuestra vida de una vez. A veces
la ansiedad de saber la voluntad de Dios, viene del deseo de "mirar por
encima de su hombro" para ver cuál es su plan. Lo que necesitamos hacer es
aprender a confiar en que El nos guía.
Por supuesto, esto no significa
que pongamos la mente en blanco y esperemos que Dios nos dirija en una forma
misteriosa lejos del pensamiento asiduo y devoto de nuestra parte.
Significa, como lo ha dicho el
doctor James Packer que: "Dios nos hizo seres pensantes, y guía nuestras
mentes mientras decidimos las cosas en su presencia".
Creo que el doctor Packer lo ha
expresado muy bien: Dios guía nuestras mentes mientras pensamos. Pero la
realidad importante para este estudio es que Dios sí guía. El no juega con nosotros,
ni mira desde el cielo nuestras luchas para conocer su voluntad y dice:
"Espero que tomes la decisión correcta". Por el contrario, en su
tiempo y a su manera, nos guiará en el camino que tiene para nosotros.
Hace muchos años Fanny J. Crosby
escribió estas palabras, que son muy útiles en este tema de la confianza en
Dios para su guía:
Cristo es guía de mi vida, ya no
hay nada que temer; nunca puedo yo dudarle, pues me sabe defender; paz,
consuelo y vida eterna por la fe yo tengo en El, y con El ya nada temo porque
Cristo es guía fiel. Cristo es guía de mi vida, libre estoy de todo afán; en
las pruebas me da gracia, es de mi alma el vivo pan.
Si de sed estoy sufriendo, si mi
paso lento va, El prepara fuente viva que mi ser refrescará. Cristo es Guía de
mi vida, ¡Oh qué plenitud de amor! en su hogar celeste ofrece dar descanso el
Salvador. Cuando de este mundo parta, viviré con El, yo sé: "Jesucristo
fue mi guía", por los siglos cantaré"
Podemos confiar en la dirección
de Dios; El nos guiará en todo. Y cuando estemos ante su trono no estaremos
cantando acerca de tener éxito en descubrir su voluntad, sino que con Fanny
Crosby también cantaremos: "Jesucristo fue mi guía".